"Todo lo que encontrará el visitante dentro del iglú
es una naranja, que podrá hacer rodar o no".
Años abisinios
seguido de canciones yemeníes
EVA CHINCHILLA
RIMBAUD LO SABE
Vuelo en un dulce viento
–como la semilla
que asciende por el aire
para bailar con la montaña–
y subo las escaleras.
El timbre. La puerta. El mar.
Tu mirada tiene peces pequeños
que me hacen cosquillas.
Rozo la espuma
de esa belleza que tienes
cuando eres brizna de tiempo,
instante o hebra
que transita levemente la luz.
Ahí construiremos
el espacio que nos toca;
un cuerpo en otro cuerpo,
eso que sentiste alguna vez
y que ahora se manifiesta
con forma, tacto y aroma.
Pero antes, extiende
el vuelo dulce del viento
en la sombra de los valles
–como la montaña
que desciende por el aire
para bailar con la semilla–
hasta la raíz de mi cintura.
Y después (o ahora)
permite que seamos océano.
Congela mi espalda en el
espejo,
circunda, liso, duro,
comprueba mi fuerza
diminuta.
Así,
el tiempo invertido
nos devolverá el mar,
la puerta, las escaleras.
Porque, ahora (o después)
regresaré en mi vuelo
sobre naranjas e iglús
y nadie percibirá
que he guardado tu lengua
en mi nuca
y por eso río.
Y por eso lloro.
Y por eso escucho
tu piel en mi sexo.
Pero Rimbaud lo sabe.
(Fotografía de Rinko Kawauchi)
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