CÓMO ELIMINAR LA ESTUPIDEZ HUMANA
Este es un mal mayor y extremadamente peligroso, porque la estupidez puede ser más dañina que el veneno de la araña errante brasileña o incluso peor que un tornado multivórtice bajo mesociclón en rotación, que ya es decir; además es muy contagiosa y se ha convertido en pandemia.
Para combatirla frente a frente se requieren técnicas avanzadas. Desaconsejamos la esgrima o la lucha grecorromana por arcaicas e ineficaces. Lo que de verdad se necesitan son armas intelectuales, por eso recomendamos la lectura de Descartes o de Nietzsche (este último da muy buenos resultados ya que, al leerlo, se adquiere una expresión erudita que intimida), y es imprescindible utilizar una máscara con sistema de aireación inteligente para que el contagio no se produzca. Si deseas acabar con esta lacra que impera en nuestro planeta deberás seguir los siguientes pasos:
Por
las mañanas y en ayunas cogerás a una estupidez cualquiera y le realizarás un
análisis. La escrutarás del derecho y del revés, de arriba abajo, la pesarás,
la medirás y le tomarás la tensión. Tendrás que hacerle un chequeo exhaustivo del cómo, del cuándo y del
porqué –el dónde resulta irrelevante– y averiguar si ha desarrollado un gen
inmune que nos permita conocer el alcance de su irracionalidad. Con los datos
obtenidos prepararás unas soluciones que variarán dependiendo del grado de
estupidez al que te enfrentes:
–Grado
inferior. En este grupo situamos a la estupidez natural, involuntaria y sin
ánimo de lucro, aquella que no sabe que lo es; hereditaria o forjada desde la
más tierna infancia. Los individuos que la portan suelen dañarse a sí mismos,
¡pero recuerda!, no los subestimes, son bastante nocivos y quien se acerca a
ellos suele resultar seriamente afectado. A partir de aquí tendrás que echarle
valor y elaborar un sonido hipnótico formado por materiales muy peculiares. En
su justa medida reunirás:
–Un
tacto áspero atrapado en el inicio del siglo XVII, un sabor a menta con forma
de seis, un olor fuerte, como el que debe haber en un campo de batalla, un
color lento: el verde, uno rápido: el amarillo, y otro con tensión sexual no
resuelta: el rojo.
Bien.
Una vez ensamblados en clave de sol, procederás a escanearlos y a convertirlos
en un archivo mp3. Por último someterás a la persona afectada a varias
audiciones hipnóticas utilizando como base este sonido. Siempre al mediodía. Ni
antes ni después. Llegados a este punto, la estupidez debería disminuir de
frecuencia, entrar en un limbo comprimido y desaparecer allí. Se han obtenido
buenos resultados pero, si no se observa mejoría, se
recomienda repetir tres veces más, y si no hay mejoría, repetir tres veces más,
y si no hay mejoría, repetir tres veces más...
–Grado
medio. Entramos en una dimensión desconocida. La incoherencia de esta
estupidez es tan fuerte que se vuelve imprevisible al entendimiento humano y no
se sabe por dónde puede atacar. Aunque la veas venir, porque tiene colmo y
rebosa, no debes caer en la trampa de soplar. Se esparce y es peor. Hay que
esperar, adivinar su próximo movimiento, estar alerta, ¡siempre!, ya que tiene
el ego averiado, es soberbia y pusilánime, obtusa y brillante, calculadora y
pueril. Suele ir ligada a personas insensatas conscientes del daño que producen
en los demás, y también va intrínsecamente unida a las que, aún sabiéndolo, lo
consienten. Cuando la detectes, has de actuar rápido y poner a macerar los
siguientes ingredientes:
–La
cuarta vida de un gato, un “sí” relativo, un sombrero inglés, un aire envasado
al vacío, una sombra blanca y un cuento al revés.
Al
tiempo, después de haberse impregnado unos de otros, soltarán una sustancia
felina que tú suministrarás en forma de gotas al individuo afectado, siempre
antes de las comidas. La estupidez comenzará a contraerse, a plisarse como una
momia, a disminuir hasta alcanzar el tamaño de uva seca. Se elimina del
interior con un simple estornudo. (Si la cosa no va bien, prueba con la quinta
vida del gato y cambia el sombrero inglés por uno cordobés). Tenemos que hacer
una pequeña referencia sobre los efectos secundarios, pues quien reciba este
tratamiento maullará a las tres de la mañana durante cinco minutos. El resto de
la noche, si no duerme, tendrá unos incontrolables deseos de pasearse por el
tejado. Durante el día hará vida normal.
Para
la estupidez incrustada, aconsejamos frotar con la corteza de un ciprés adusto
–si no es adusto no sirve– y mirar a lo “Marlene Dietrich” mientras se canta
“Lili Marleen”.
–Grado
superior. ¡¡Cuidado extremo!! Esta estupidez es ilimitada. La más destructiva,
la que habita en los campos morfológicos de la perversidad. Actúa por y para su
propio beneficio y se alimenta fundamentalmente de poder, ambición y mentiras.
Retoza en las estancias burocráticas, donde se siente a sus anchas, entra en
íntimo contacto con personas que decretan leyes injustas y que han sido
elegidas para hacer funcionar un país y sobre todo predomina en los ámbitos
financieros o allí donde el dinero corrompe almas o presta “sueños” a un
interés despiadado.
No dudes en
actuar rápido cuando encuentres a un humano con tal calibre de estupidez
encima. Para empezar inyectarás en vena las “Meditaciones” de Marco Aurelio y la bibliografía completa
de Erasmo de Rotterdam. De nada servirán las audiciones hipnóticas en clave de
sol del grado inferior ni las gotas felinas del grado medio, a las que se
muestra bastante resistente.
Existe
un remedio fulminante para este mal endémico, pero de muy dificultosa
ejecución...
Se
trataría de alterar el movimiento de traslación de la tierra; su influjo
impactaría de lleno en las neuronas causantes de la estupidez y las dislocaría
hasta límites impensados. Solo habría que cambiar el orden de las estaciones,
situar el invierno antes del otoño y la primavera después del verano. De esta
manera se erradicaría la estupidez para siempre, pero a la vez nos estaríamos
cargando el ecosistema y mil formas de vida sobre el planeta... por lo tanto,
desaconsejamos esta opción y escogemos una segunda solución, algo más ecológica
aunque a muy largo plazo:
Sin
perder un segundo, detectarás al individuo afectado por la estupidez de grado
superior y lo crionizarás en el acto, suspendiéndolo en el tiempo y
descongelándolo sólo cuando se descubra el antídoto necesario o en un periodo
máximo de quinientos o seiscientos años a lo sumo.
Si después de
todo no obtienes resultados quizá pueda deberse a que la persona afectada no tenga remedio, a
que tú te hayas contagiado o a que los consejos mostrados sean una tremenda
estupidez... en cuyo caso recomendamos no hacer nada excepto dejarse llevar y
cuidarse mucho de arañas errantes y de tornados destructivos.
Muy bien, Ana, así además de con la estupidez humana se acaba con el hambre en el mundo, porque después de este repaso iban a quedar cuatro en pie.
ResponderEliminarSí, Carmen, con estos útiles y prácticos consejos, tan sencillos de realizar... ¡O tan estúpidos! jajaja
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