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Mostrando entradas de abril, 2015
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EL MILAGRO DE LA MUJER MUERTA Me has matado. Pero aún no me he muerto. Y eso que tus palabras llevaban la carga justa de veneno... Esta mañana he bajado a la calle apenas sin aliento. Luego, al llegar a la panadería, he pedido una barra de pan, así, como cualquier cosa. Nadie se ha percatado de nada. Todos me dan los buenos días y me sonríen. Empiezo a pensar que no me ven a mí, sino a la que fui antes de que me mataras. Parece que tengo buen aspecto y que puedo caminar... ¿Cómo puede ser?  ¡¡Si me estoy muriendo!! Apenas tengo fuerzas para seguir y, sin embargo, cojo un autobús y me siento al fondo. Creo que voy al cine, a la sesión de las doce del mediodía. Nunca he ido a esa sesión. Sí. Confirmado. Voy al cine porque ya he comprado la entrada en la taquilla y me he sentado en la sala. Fila seis. Pero no quiero ver esta película. Es la nuestra.
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SALAMANDRA Como ascuas envueltas en seda, los dos notaron el tacto ardiente y suave en los labios. Natalia se perdió en el beso de Leo. Y Leo percibió una fulgurante chispa de electricidad atravesando sus cuerpos; en el roce de las miradas, en el principio de todo. Meses antes, casi en paralelo, sus vidas comenzaban a reflejarse en un espejo que ellos aún ni intuían; los dos pasaban por momentos difíciles de carácter sentimental. En los cimientos de lo que hasta entonces conformaban sus respectivos matrimonios, se había abierto una grieta, posiblemente provocada por el desgaste de la convivencia, por la enorme acumulación de desencantos que conllevan las decepciones, los celos y la inestabilidad. Aquello se estaba convirtiendo en una pesada carga que necesitaba salir por algún sitio, y amenazaba con desbordarse. Algo dijo basta. Una luz, las ganas de respirar, un resquicio de esperanza.

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