4.
Reconstruirme.
Cambiar dulzura por cartera de serpiente verde en un puesto del Rastro. Encontrar una
foto de Montgomery Clift que sirva para tapar la mancha de humedad del
ventrículo izquierdo, la que tiene el yeso perforado porque habría que pintar
pero con este calor sofocante... y tomarme un zumo en una cafetería de baldosas
de ajedrez bajo la mirada de una señora de cejas blancas que me recuerde
insistente el estropicio de sentimientos que desfilan desordenados por mi cara.
Y beberme la piña con sabor a paramecios y a falsos cuadros de Chagall... y
buscar margaritas –en un campo verde y claro inexistente en la ciudad– y
hacerme un moño con ellas para adornar esta soledad asfixiante porque habría
que poner aire acondicionado pero, uffff, qué atardecer tan violáceo al fondo
de la calle, allí donde no puedo llegar porque se me ha roto una tira de la
sandalia derecha y tengo el aspecto de muchacha triste que necesita una reforma
integral. Con acabado de estuco, ya puestos... y conseguir en una subasta o
en una papelera maloliente un poco de insensibilidad, estaría bien ir soltando
inocencia y ternura, despojarme de lo que no sirve para nada y adquirir
novedades; la esencia corrupta se vende por peso en el interior de las
alcantarillas.
He tardado en
comprender que el lugar perpetuo de lo efímero
es un rincón
con una telaraña y un balancín.
Tendría que
comprarme zapatos nuevos,
y balancearme
hasta que el viento
me saque a
bailar.
(Notas de
verano)
Me gustan estas notas de verano
ResponderEliminarMe alegro. ¡Muchas gracias!
Eliminar