11.

Ahora que estoy frente al mar, no sé qué decirle.

Podría empezar por cosas obvias y amables. Piropos que contengan las palabras inmenso y azul; por ti no pasan los años y cosas así. Respirarlo mientras frena en el rompeolas su inercia blanca. También quisiera hablarle de los peces que nadan en el vaho condensado de las ventanas de cristal, donde la unión del frío y el calor crea otro mar delgado y sin profundidad, habitado por símbolos infinitos de un solo ojo...
Pero no sé si me escucha. A lo mejor sí, pero se mantiene distante porque no entiende mi idioma.

–Hola, mar.

Él da un aletazo con su lenguaje brusco y me salpica espuma como si preguntara:

–¿Quién eres tú?

–¿Yo?
Soy una mujer que arribó vida un día de difuntos.
Escribo historias de tiza en una pizarra negra superlativa,
 y una oruga recorre impasible las tres letras de mi nombre.

Todo eso le digo. Como un poema. Pero mis versos se hunden sin significado al tocar la superficie. Sin embargo, creo que ha detectado un poso de amargura y siente curiosidad. Despliega oídos acuáticos al timbre de mi voz. Y yo escucho de su aliento oceánides y vértigos y un viento con salitre que me cuenta imágenes.

Y ya luego, animados por nuestra conversación ininteligible, nos hacemos confesiones más profundas. Él me ruge un secreto que debe atormentarle y yo le pregunto si conoce algún remedio para sanar almas destrozadas...  entonces oigo una respuesta incomprensible con acento incómodo rompiéndose en el malecón, en el momento exacto de su furia, como si no quisiera hablar de ese tema o como si le diera rabia no entender ni una sola de mis palabras, de mi dialecto interior, asfáltico y seco.

Y así, los dos, conectados por una hipnótica energía, conversamos.

Él sigue retirándose para después regresar –siempre vuelve, es repetitivo y nuevo a la vez–,  y yo lo miro hasta donde los ojos no me llegan y leo en lontananza las tres letras de su nombre. 

Tal vez mañana, en la playa, podamos entendernos mejor. La arena facilitará el encuentro de los sentidos... en la orilla, sobre su embate continuo, dentro de Él.


(Notas de verano)





Comentarios

  1. Precioso, sigues jugando en tu línea con la fantasia, y le das al mar aún más vida.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Carmen. Es que el mar es un ser fantástico... un placer recibir tu comentario. Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario


Licencia de Creative Commons
Todos los relatos publicados en el blog "Un pez en el Vaho" se encuentran bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.