TÉ DE TI




Disueltos en agua, tus ojos contienen
la mirada interminable
que redondea el horizonte.


Verde mariposa

Metamorfosis. El análisis minucioso de tu boca.
Queda claro que, al beberte, me nacen alas,
y te estudio los labios con el vuelo de mi cuerpo.
Desmenuzo hilos de liquen en el calor que desprendes
y soy mariposa verde, revoloteándote.   
He mirado las acepciones de la palabra Sueño
en los espejos brillantes de un laberinto
y ninguna me señala el camino a escoger.
Si me detengo a contar los cielos
que caben en la piel de un sentimiento
quizá nunca comprenda su significado.

Cadencia blanca

Yo.
Hojas y brotes.
Recolecto las yemas de mis dedos con Pureza,
palabra de diez cielos y un nenúfar encantado
que impide al dolor oxidarse lento.
Los suspiros acogen tristezas desvanecidas
en el espacio oscuro de la risa,
     y se me cae la inocencia
al lamer la cuchara por la que te escurres
como un abrazo, hasta mis piernas,
y las mancho de mirada diluida en azúcar
de culpa y de ganas y de pena,
     y cae la manera de explicarte
que nadas en el fondo de mi cuerpo,
por detrás de mi corazón estremecido,
al margen de todas mis pesadillas;
     y cae el otoño por la ventana,
mudo, deshecho, blanco...
     y caes dentro de mí,
metálico, astringente. Níquel.

Planeta rojo

Serenémonos, seamos el arrullo de un Deseo.
Esta palabra tiene las manos grandes
y dieciocho cielos en la espalda.
Me pide que no olvide.
Que viaje al espacio para robarle a Marte
el rojo de su materia y lo convierta en
hebras secas con nombres extravagantes…
catequinos, flavonoides,
                     perlas de madrugada y
llamaradas de palabras transparentes
que se escapen de tus ojos al mirarme.
Que orbites alrededor de mí misma,
enroscado en mi inmensa entrega
como quien tiene la intención de
albergar el agua entre sus brazos
sin que se derrame ni una gota.
Aleteas, hierba de escamas, y activas
temblor en mi sentido íntimo.

Silencio azul

La blanca rebeldía
         de acumular
        negro 
        sobre 
        negro.
Huir significa explorar los caminos del Miedo,
palabra de cuatro cielos y ninguna promesa,
balaustrada de abismos con
sabor a pérdida y a vacío.
En los confines del silencio
existen costras azules de un único cielo
donde las palabras son animales sin boca
carentes de valor y rebosantes de dudas.

    ¡Azúlame cuando me inundes!

Te pido, y aprieto la bolsita de nailon
contra la taza de porcelana, apelmazo
tu herbario de huesos para exprimirte la esencia,
el dulce escondido que habita en ti,
y me basta remover los posos del fondo,
introducir tu silencio en mi boca para que
suene en el aire un glosario de partículas,
de sílabas, de lágrimas.

Y desapareces...

Pero no importa, nada importa,
porque yo te bebo, y me nacen alas,
y te vuelo, y te sueño, y te llevo

en mí.



(La imagen es una pintura de Susana de Artaza Losada)

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